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¿Existe relación
entre la Asociación Cristiana de Jóvene/
y la Religión?
( Conferencia austentada por* el Doctor Juan A. Mackay, en la
Asociación Cristiana de Jóvenes de Montevideo, bajo los auspicios
de su Sección Estudiantil).
AL ofrecer una respuesta a esta interrogación, voy a
examinar primero los términos principales que la
componen, o sean el concepto ''religión", y la organi-
zación llamada ''Asociación Cristiana de Jóvenes". Es
muy necesario desentrañar el significado de la pri-
mera y comprender el carácter de la segunda, antes
de pretender discutir con autoridad la relación que
pueda haber entre ambas. De este modo se evitará la
labor estéril de opinar sobre las relaciones entre dos
entidades cuya esencia no se conoce. Tal estudio pre-
liminar se hace tanto más indispensable también en el
presente caso, cuanto existen opiniones encontradas con
respecto a la esencia de una y de otra.
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DOS OPINIONES CORRIENTES
SOBRE LA RELIGIÓN
Sobre el si^ificado de la Religión suelen oírse
corrientemente dos opiniones antagónicas. Muchos en-
tienden por religión una lealtad institucional o ecle-
siástica. Ella consiste, según este punto de vista, en
la entrega absoluta de la personalidad a una auto-
ridad establecida, la cual se encarga de satisfacer todas
las inquietudes del espíritu.
Mauricio Barrés en Francia y Manuel Gálvez en
Sud América, por no citar otros nombres, han preco-
nizado un ideal religioso que identifica la religión con
el acatamiento de una autoridad venerable consagrada
por los años y la tradición. Aceptando un cuerpo de
pensamientos fíjos y obedeciendo a un código de reglas
minuciosas uno llega, conforme a la frase de Barrés, "a
ponerse de acuerdo con la ^dda". Gálvez sostiene que
sólo así i)odrá uno hallar la unidad de su ser. Hace al
mismo tiempo el elogio de una enseñanza religiosa que
no admita discusión alguna. Ella, dice el escritor argen-
tino, dará a los educandos una norma para la vida, les
epatará los tormentos de la inquietud y les asegurará
el retomo de la paz En su último libro ''La agonía
del Cristianismo", Unamuno hace alusión a este ideal
de enseñanza. Cuenta don Miguel que un amigo suyo
(1) "Solar de la Raza", p. 257.
vio una vez en cierto colegio un cuadro que represen-
taba a San Miguel, el arcángel, quien tenía a sus pie«
al Demonio Satanás. ''El Angel rebelde tenía en la
manó ¡un microscopio! El microscopio es el símbolo
del hiperanálisis ! "
Muy distinta es la opinión de aquellos que hacen
de la religión un sinóniyno de esclavitud espiñtual.
Ellos la identifican con el obscurantismo, con la into-
lerancia, con la falta de progreso y con toda suerte de
supersticiones. U opinan con Comte que toda religión
encierra una actitud anacrónica frente al universo,
que la ciencia es llamada a reemplazar en el día de
hoy. O declaran con los Soviets que ''la religión es el
opio del pueblo". Niegan todos ellos que un hombre
pueda ser al mismo tiempo un intelectual y una per-
sona religiosa.
Yo conocía en el Perú, a un joven universitario,
espíritu superior e idealista, que vivía consagrado
por entero al ser^dcio de sus semejantes, para quien,
sin embargo, el mismo nombre de Dios era asqueroso.
Negábase a pronunciarlo diciendo que era un voca-
blo tan ligado en su experiencia con hipocresías e injus-
ticias sociales que el simple oírlo mencionar le produ-
cía una perturbación interior. Idéntico punto de vista
ha inspirado indudablemente la actitud de un gobierno
ultrarradical como el del Uruguay, que ha querido
borrar del calendario todo nombre que tenga alguna
asociación religiosa, llamando al día de Navidad "Día
de la Familia" y trocando la Semana Santa en "Se-
mana de Turismo".
PARECERES EQUIVOCADOS SOBRE LA ASOCIACIÓN
CRISTIANA DE JÓVENES
Existen opiniones igualmente encontradas y no
menos equivocadas con respecto al verdadero carácter
de la Asociación Cristiana de Jóvenes.
Hay quien insiste en que la Asociación es una
institución eclesiástica, una iglesia o la dependencia
de una iglesia. Están en error. Ella es una organi-
zación laica, fundada por un laico y gobernada por
laicos. Dentro de ella no hay jerarquías ni sacramentos
ni ritos. No pretende sustituir a la iglesia en la vida
de sus socios, ni les obliga a cambiar una iglesia por
otra. Un joven entra en ella, no en virtud de la iglesia
a que pei-tenezca, sino en virtud de su carácter per-
sonal, si es que desea ser socio adherente, o en virtud
de una declaración personal de principios, si desea ser
socio activo. La base personal como condición de en-
1rada es ya universal, aún en Estados Unidos, donde
el año pasado la sustituyeron a la antigua base ecle-
siástica de Portland.
Sus principios dentro del marco cristiano no son
sectarios. Ellos no propenden a disociar a las gentes
sino a unificarlas, puesto que en el seno amplio y
liberal de la Asociación caben miembros de todas las
confesiones.
Pero en todo caso es una institución protestante,
se dirá. Si esto quiere decir que es hija del Pro-
testantismo en el sentido eclesiástico de la palabra, o
sea, en el sentido de haber sido fundado por una iglesia
o grupo de iglesias, no es cierto. Ni obedece tampoco
al control de ninguna iglesia o grupo de iglesias. En
cambio, si quiere decir que su fundador fué protes-
tante, y que ella sostiene el principio del libre exa-
men, o sea el derecho y el deber ineludible de cada
hombre de pensar por sí mismo, — en materia religiosa
inclusive, — entonces sí, es protestante. Pero en tal
caso, ¿ dónde sino en el seno del Protestantismo hubiera
podido nacer una organización libre y autónoma como
ésta? Porque la autonomía es uno de los atributos
más sagrados de la Asociación Cristiana de Jóvenes.
El Comité Mundial, cuya sede está en Ginebra, no
reconoce control eclesiástico alguno, mientras que cada
movimiento nacional y cada Asociación local son igual-
mente autónomos.
De manera que la Asociación Cristiana de Jóvenes
no es una iglesia ni una secta. Para ingresar en ella
no es preciso que uno pertenezca a determinada iglesia
ni a iglesia alguna, ni es obligación posterior que
se vincule a una iglesia al hacerse socio. Lo mínimo y
lo máximo que se exige a un socio activo es que sea
cristiano en su actitud personal hacia Cristo y sus
enseñanzas.
Hay quien sostiene, por otro lado, que la Asocia-
ción es un Club de deportes. Fué ésta la opinión que
me expresara José Ingenieros en una conversación que
tuve con él hace algunos años. Y no faltan quienes
crean lo mismo. Sin embargo, entre la Asociación y un
□□□□□□□□□□□□□□^□□□□□□□□33a3aaaaaa3Daa3a3a3aaaaaDaaoaaaaoaaaDaaoDL33a3a3aDDaaoo
club existe una diferencia radical y profunda. Un club,
sea político, hípico, deportivo, o lo que sea, está fun-
dado sobre los gustos o los intereses particulares de
quienes lo componen. Los miembros no se ocupan sino
de lo que les interesa a ellos o a su grupo. Pero la
Asociación Cristiana de Jóvenes no está fundada sobre
gustos ni intereses de círculo sino sobre ideales huma-
nos. Preconiza y persigue el ideal superior del perfec-
cionamiento humano. Pretende formar hombres ínte-
gros y dinámicos, que consagren sus fuerzas físicas, su
preclara inteligencia y sus virtudes morales al servicio
de los demás, en la esperanza de que los beneficiados
también lleguen, a su vez, a encarnar y a perseguir
el mismo ideal de servicio. Hechas estas observaciones
preliminares, pasemos a considerar de un modo posi-
tivo cómo se enfoca el problema religioso en el pensa-
miento contempjoráneo y cuál es la actitud de la Aso-
ciación Cristiana de Jóvenes frente a este problema.
EL PROBLEMA RELIGIOSO EN EL PENSAMIENTO
CONTEMPORÁNEO
Una de las características de nuestra época es el
interés extraordinario por los estudios religiosos. La
religión no se mira ya como preocupación anacrónica
ni como estudio propio de arqueólogos. Escritores dis-
tinguidos de todos los países de vanguardia en materia
intelectual, lo mismo filósofos y científicos como poetas
y novelistas, dedican mucho espacio a la discusión de
OOOCOCDOnOOCnCaCDODDCOCDCaCCDCnCODOCOCCGnODCOOOOOODDDDDCDnnCCOCDDDDCaDDCOaOCC 9
ella. Desde los días de Tolstoy e Ibsen la religión ha
sido uno de los temas predilectos de los grandes lite-
ratos europeos. Tomando dos países tan diferentes entre
sí como lo son Inglaterra y España, encontramos que
en aquélla H. G. Wells, G. K. Chesterton y Bernard
Shaw, y en ésta Miguel de Unamuno y Ramiro de
Maeztu, no dejan pasar un año sin tocar alglín aspecto
del problema religioso. Chesterton y Unamuno publi-
caron nuevos libros el año pasado. El libro del primero
se titula ''The Everlasting Man" y se dedica mayor-
mente a un estudio de la personalidad de Cristo; el
del segundo, publicado en francés, se titula ''L'Ago-
nie du Christianisme". Recibí hace pocas semanas un
libro en inglés que se llama ' ' Ciencia, Religión y Rea-
lidad". Contiene una introducción escrita por Lord
Balfour, el pensador filosófico más distinguido de In-
glaterra, y artículos como éstos: ''La Ciencia y la
Religión en el Siglo Diecinueve", por Antonio Alitta,
Profesor de Filosofía de la Universidad de Nápoles,
"La Biología Mecanista y la Conciencia Religiosa",
por José Needham, Profesor de Bioquímica de la Uni-
versidad de Cambridge; y "Religión y Psicología",
por Guillermo Brown, Profesor de Filosofía de la Uni-
versidad de Oxford. Y ¡cuál fué mi sorpresa el año
pasado, cuando uno de mis alumnos de la clase de
Metafísica de la Universidad de Lima me mostró una
traducción española del más famoso libro sobre religión
de los últimos años, escrito por el profesor alemán,
Rodolfo Otto, la que fué publicada en España por el
grupo de la "Revista de Occidente" con el título de
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' ' Lo Santo ' ' ! Una traducción del mismo libro había
aparecido en inglés menos de un año antes. Debe salir
en estos días un nuevo libro del distinguido pensador
peruano Mariano Ibérico Rodríguez intitulado '*E1
Nuevo Absoluto". También ya en la América del Sur
comienza a palpitar la misma preocupación. Creo que
no necesito decir más para probar que el problema
religioso está sobre el tapete y que preocupa profunda-
mente a la intelectualidad contemporánea.
¿A qué obedece este nuevo y creciente interés en
el problema religioso ? Brota del convencimiento de que
la religión ha tenido y tiene una importancia de primer
orden en la vida del hombre, constituyendo un aspecto
necesario e inseparable de su experiencia.
¿Cuál es la actitud de la Ciencia? La ciencia de
hoy, por ser más profunda, es también más modesta
que la ciencia de ayer. Está obsesionada por el pro-
fundo misterio de las cosas. El estudio de la materia
y de los organismos la impulsa a través de muchas
fronteras antiguas y la conduce al borde de abismos
misteriosos, antes ignorados. Ya se ha roto con la
tradición materialista de pretender explicar todas las
cosas en términos de una sola categoría, la cuantitativa.
No se pueden desconocer elementos vitales, mentales y
espirituales, que han sido factores eficaces aún en
el proceso evolutivo. No sólo eso, sino que la flor y la
fruta de las cosas tiene tanto y más derecho que su
raíz de suministrar principios de interpretación. La
ciencia reconoce ahora esferas de la realidad totalmente
distintas entre sí y que necesitan ser estudiadas por
las categorías propias de ellas. Se reconoce también
que la religión es un aspecto de la realidad total,
que tiene su propia esfera y contiene sus propias cate-
gorías, que hay que descubrir. Se establece además
que el primer requisito para poder estudiar la reli-
gión científicamente es ser religioso, así como para
investigar los problemas matemáticos es menester que
uno sea matemático.
Las Conferencias dadas por el psicólogo americano
Williams James en la Universidad de Edimburgo en
los años 1901 - 1902 y publicadas luego con el título
''Las Variedades de la Experiencia Religiosa" marca-
ron época en el estudio psicológico de la Religión. Ese
libro ha sido la matriz de millares de libros escritos
posteriormente sobre la experiencia religiosa. James
aplicó el criterio pragmático al estudio de la Religión
y sostuvo la tesis de que el hombre religioso, el místico,
fué, al través de los siglos, el gran creador de nue-
vos impulsos geniales, que llevaron la vida de su época
a un nivel superior. La psicología posterior a James
acepta la experiencia religiosa como elemento cons-
titutivo de la naturaleza humana y pretende investigar
su origen, sus leyes y sü esencia. Por diferentes que
sean las explicaciones que se ofrecen de ella, lo cierto
es que ella preocupa.
La nueva ciencia de la Sociología estudia la reli-
gión como la fuerza principal que crea y custodia los
valores sociales. El punto de vista sociológico está bien
expresado por el sociólogo norteamericano Elwood,
quien dice en un libro notable publicado hace tres años :
12 D::3DDza3a3na3a:33::33na3C3DaaoD3DDaDaaDDaaDoaDD3DaDaao330Da3DDn!3DD03aaa33aaaaao
'*Un mundo social sin religión, sería un mundo social
de incertidumbre, desprovisto de entusiasmo y de
sión, reducido al nivel muerto de la conveniencia indi-
vidual. Sería un mundo social en que ni la armonía ni
la buena voluntad podrían prevalecer por mucho tiem-
po". Conscientes de la enorme potencia de la religión
como fuerza social, políticos prácticos y astutos, que
no sean personalmente hombres religiosos, hombres, por
ejemplo, del tipo de Mussolini y de Charles Maurras, el
monarquista francés, preconizan el afianzamiento del
catolicismo en sus respectivos pueblos como baluarte
indispensable contra las muchas fuerzas disolventes
que amenazan la vida de aquéllos. Esos políticos han
comprendido una gran verdad, aun cuando prostituyan
la finalidad de la religión haciéndola consocia del chau-
vinismo.
Nos queda la Filosofía, y todo estudiante de ella
sabe que para el pensamiento filosófico contemporáneo,
no hay problema más discutido que el problema reli-
gioso. Un tratado sobre la Filosofía de la Religión
representa la cúspide de la labor filosófica de los gran-
des pensadores. Entre los contemporáneos, Hoffding y
Eucken han publicado ya los suyos, el de Bergson
queda por hacer y su sistema quedará trunco mientras
no lo haga. Porque no hay problema más fundamental
que la relación del hombre con el Cosmos de que forma
parte, como no hay estado de conciencia más alto que
el del hombre que se siente pleno ciudadano del uni-
verso.
Así es que la Ciencia admite la existencia de un
mundo espiritual; la Psicología reconoce la realidad
de la conciencia religiosa; la Sociología establece el
valor social de la religión, y la Filosofía, impulsada
por el instinto de la totalidad, pretende interpretar la
experiencia religiosa del individuo con relación al Uni-
verso entero.
LA RELIGIÓN COMO VIDA Y AMISTAD
Ahora bien: si todas las disciplinas fundamenta-
les del pensamiento se ocupan de la Religión, ¿ en qué
términos hay que interpretarla? La tendencia se acen-
túa cada vez más a hacerlo en términos de vida y amis-
tad. La vida religiosa, según esta interpretación, del^e
ser la más alta expresión de la vida en general ; debe
crear personalidades superiores cuyo carácter y cuyas
actividades traduzcan en términos humanos la perfec-
ción de Dios. ''Sed perfectos", decía Jesús, "como vues-
tro padre que está en los cielos es perfecto". La Religión
es, por consiguiente, una cualidad de vida. Es algo
muj^ superior a la simple aceptación de un sistema de
ideas fijas o la fe ciega en una institución o el cum-
plimiento minucioso de un código de prácticas rituales,
todo lo cual no produce sino el estancamiento espiri-
tual. Es la unión consciente del hombre con Dios, de
tal manera que la ^^da de Dios palpite en la vida, hu-
mana y sus designios de bien para la humanidad se
l4 ciauaDDac¡naaüaaan[jj3aa^acíaaaoaaaaca3a3an::u3a33nDaaaaaano3aaaaü3aan3aD3D3aa:3'naa
cumplan al través de los hombres que emprendan la
sublime aventura de ser controlados por la voluntad
soberana de Aquél y no por wsus propios egoísmos y
caprichos.
Una vida tal es superior a la mera cultura, sea
cultura social o cultura individual. Porque, en verdad,
la cultura puede ser algo tan exterior y postizo al
hombre como lo son su dinero, sus propiedades y su
posición social. Le falta interioridad. Esta es la tesis
sostenida por Eucken en aquel libro notable : ''La ^dda,
su valor y su significación". La cultura social, dice
Eucken, es insuficiente como ideal de vida porque se
dedica a mejorar las condiciones de la vida sin tocar
la vida, misma. He aquí sus palabras: ''El bienestar,
es decir, una \áda exenta de cuidados y llena de satis-
facciones, no basta para hacer feliz al hombre; pues
en cuanto nos libramos de un enemigo como la nece-
sidad y el dolor, se desarrolla en nosotros otro tal vez
más pernicioso en el vacío que deja y en el aburri-
miento de nuestra vida y lo que la mera cultura social
nos puede ofrecer contra él no puede aceptarse por
completo. En realidad, toda cultíira que se limite a
los cuidados y a las satisfacciones de la existencia ac-
tual e inmediata del hombre lleva irremisiblemente el
sello de la soledad y del vacío; la preocupación por los
medios de la vida ahoga aquí la de la vida misma.
Aquella cultura no puede realizar un cambio interior,
una dignificación fundamental del hombre sino que
más bien debe aceptarla tal como la encuentra; sólo
I)uede utilizar fuerzas existentes".
La cultura individual no basta porque reduce la
vida a una sucesión de estados, sin integrarlos en un
todo espiritual. Dice Eucken : ' ' La cultura social tien-
de a ocuparse preferentemente de las condiciones de la
vida, pero con tales tareas se olvida de la vida misma ;
la cultura individual aspira a considerarla en sí misma,
pero puesto que no puede estar meramente atenida a
los estados particulares y a los instantes de la vida,
no llega a integrarse en un todo. No logra alcanzar
ninguna interioridad, ningún mundo interior, notán-
dose también aquí la ausencia de un verdadero espíritu
y quedando relegadas a tener un carácter superficial
toda acción y toda tendencia".
El ideal entonces de la vida es una creación espi-
ritual, una vida interior, que sea superior a todos los
cambios y vicisitudes, vivida a la luz de valores eternos
y en comunión con el Ser Soberano que rige el mundo.
Pero si la esencia de la Religión es vida, la esen-
cia de la vida religiosa es una amistad, en la que el
liombre va acompañado por un amigo. Ün bellísimo
ejemplo de cómo una Amistad trascendental viene a
ser la esencia de la experiencia religiosa lo tenemos en
un pasaje de la obra maestra de Unamuno, ''El Sen-
timiento Trágico de la ^dda", donde el insigne escritor
nos descubre lo más hondo de su alma cristiana. Pro-
fundamente conmovedoras son las palabras en que él
atestigua la realidad de un compañerismo en su pro-
pia vida. ''Creo en Dios", dice, "como creo en mis
amigos, por sentir el aliento de su cariño y su mano
invisible e intangible, que me trae y me lleva y me
estr-uja, por tener íntima conciencia de una providen-
cia particular y de una mente universal que me traza
mi propio destino, y el concepto de la ley — ¡ concepto
al cabo! — nada me dice ni me enseña.
''Una y otra vez durante mi vida héme visto en
trance de suspensión sobre el abismo; una y otra vez
héme encontrado sobre encrucijadas en que se me abría
un haz de senderos, tomando uno de los cuales renun-
ciaba a los demás, puesto que los caminos de la vida
son irrevertibles, y una y otra vez en tales únicos mo-
mentos he sentido el empuje de una fuerza consciente,
soberana y amorosa, y ábresele a uno luego la senda
del Señor!".
LA CENTRALIDAD DE CRISTO ES EL PENSAMIENTO
RELIGIOSO CONTEMPORANEO
Otra característica del pensamiento contemporá-
neo sobre religión es la de dar a Cristo un lugar central.
En el mundo de hoy El no tiene competidores
serios para la admiración y devoción de los hombres.
Alguien ha dicho que en nuestra época es más fácil
creer en Cristo que creer en Dios. Los estudios reli-
giosos del último siglo son en gran parte la historia
de una búsqueda del Jesús histórico, y ya podemos
decir que las investigaciones hechas nos permiten con-
templar, como en ningún siglo desde el primero de
nuestra era, la figura prístina del Fundador del Cris-
tianismo. La personalidad, la vida y las enseñanzas de
Cristo están cautivando la imaginación de los mejores
hombres del Occidente y del Oriente. En la India, por
ejemplo, saben ya distinguir entre Cristo y la civili-
zación llamada cristiana ; no confunden ya a Aquél con
instituciones eclesiásticas y sistemas ideológicos que lle-
van su nombre. Quieren conocer a Jesús y nada más.
Definen a un cristiano diciendo que ''Es un Cristo", es
decir, un remedo del Maestro.
En un libro recién publicado con el título de ''El
Cristo de la India", el autor, Stainley Jones, cita un
número de casos interesantísimos que dan a conocer la
influencia extraordinaria que Cristo y sus enseñanzas
ejercen en aquel país. He aquí algunas que doy tex-
tualmente : ' ' Cuando la India, una nación no cristiana,
quiso tributar el más alto homenaje al más noble de
sus hijos, buscó el término más elevado que conocía y
llamó a Gandhi un hombre parecido a Cristo (a Chris-
tlike man). Un caballero hindú dijo en cierta ocasión:
¿ No es nuestro deber cristiano ayudar a nuestros her-
manos mahometanos en sus dificultades?" Y, ¡cosa
vergonzosa!, otro hindú dijo una vez a Jones: "Si
usted llama a uno de nosotros un hombre cristiano,
se siente cumplimentado, pero si lo llama cristiano lo
considera un insulto". Quiere decir que desgraciada-
mente no todos los cristianos son hombres cristianos,
aun cuando deberían serlo. El hecho interesante es,
sin embargo, que ya no se imputan a Cristo las faltas
de los que se llaman por su nombre.
l3 az¡nDDDn:zz3r:'D03DDD3DoaDn3D3aDaaDDa3DODDnon-jaanaaaaBaaaonaaoDDaJ3oaDnnaa333333o
Espero que se me brinde la oportunidad en un
futuro próximo de hablar sobre la influencia de Cristo
en el pensamiento contemporáneo. En esta ocasión,
dado el corto tiempo de que todavía dispongo, me veo
obligado a decir sencillamente que el pensamiento reli-
gioso se vuelve cada vez más Cristocéntrico. Asisti-
mos, sin duda alguna, a un movimiento neocristiano,
destinado a renovar el cristianismo actual. Es un
movimiento que profesa una lealtad absoluta a Cris-
to y que pretende emprender la magna aventura de
aplicar las enseñanzas del Maestro a todos los pro-
blemas de la vida y la sociedad. Los nuevos cruzados
están convencidos de que el símbolo de la Cruz es sus-
ceptible de una interpretación más profunda y más
dinámica que la que asociamos con la figura trágica
del ''Cristo Español". La Cruz ^dene a ser, no el sím-
bolo de la tragedia sino de la victoria, la victoria que
se alcanza jugando la vida sobre el altar de principios
eternos por la redención humana. La Cruz enseña que
la mala voluntad se vence sufriendo sus embates y, a
despecho de todo, siguiendo amando al malhechor. Por-
que ''la Fuerza nada engendra; sólo el Amor es fe-
cundo", como ha dicho un Presidente sudamericano.
Unicamente cuando los principios de la Cruz, de la
''Segunda milla" y de la "otra mejilla" lleguen a
aplicarse a los problemas prácticos de la vida, los pro-
blemas políticos inclusive, podremos esperar el adve-
nimiento de un mundo mejor. Lo mismo piensa un
escritor no cristiano como Bernard Shaw cuando dice:
"yo no soy más cristiano que Pilatos ni que usted,
distinguido lector, y sin embargo, como Pilatos prefiero
enormemente a Jesús a Caifas. Y estoy pronto a admi-
tir que después de contemplar el mundo y la natu-
raleza humana no veo puerta de escape de las miserias
del mundo sino por el camino que Jesús habría escogido
si El hubiese emprendido la tarea de estadista prác-
tico".
Así llegamos por fin adonde podemos contestar
la pregunta que ha originado toda esta discusión. ¿ Cuál
es nuestra respuesta? ¿Cabe suponer que la Asocia-
ción Cristiana de Jóvenes pueda quedarse al margen
de una realidad que todo el mundo discute, que posee
una importancia suprema para el pensamiento contem-
poráneo, cuya esencia es vida y amistad, cuyo centro
es Cristo y un mundo mejor la meta que se propone!
De ninguna manera. Esta Asociación está vinculada
a la religión, tal como acabo de interpretarla, por dos
lazos eternos. Cuando ellos se rompan la Asociación
habrá perdido su razón de ser. Estos lazos son- una
finalidad y una experiencia.
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LOS DOS LAZOS QUE LIGAN
A LA ASOCIACIÓN CRISTIANA DE JÓVENES
CON LA RELIGION
La Asociación Cristiana de Jóvenes no es una igle-
sia ni una secta; sin embargo, jíersigue una finalidad
religiosa, la de formar hombres cristianos. Un hombre
v'-ristiano tiene el deber de desarrollar todas las capa-
cidades que Dios le ha dado. El símbolo de nuestro
triángulo debe ser para él una realidad. Ha de ser
además un hombre íntegro, no sólo con respecto al
desarrollo armonioso de su personalidad, sino también
en lo referente a su carácter moral. Será un hombre
\ártuoso a toda prueba. Pero ni el desenvolvimiento
armonioso de su personalidad ni la acendrada virtud
le liarán, por sí solos, un hombre cristiano. Para ello
le será ^nenester plenitud de vida, una plenitud que
desborde los cauces de la virtud convencional y se
exprese como pasión redentora que no conozca fronteras
de casta, de patria o de raza. El hombre cristiano
recordará el mundo de Cristo. Buscará el bien ajeno
antes del suyo y se sacrificará por él. Pondrá la Cruz
en la vida y la vida en la Cruz.
En segundo lugar, la Asociación Cristiana de Jó-
venes atesora una experiencia religiosa que desea com-
partir con todos. Es la experiencia que viene al hombre
que encontrándose cara a cara con Cristo se rinde a
El. La Asociación ha comprobado al través de la vida
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íntima de millares de sus dirigentes y miembros, desde
cuando Jorge Williams enamoróse de Jesús y quiso
encarnar su experiencia en un nuevo movimiento, que
el amor a Cristo y la fe absoluta en El transforman
la pei^onalidad entera del hombre enamorado y cre-
3-ente. Ante el poder expulsivo de este nuevo amor,
los malos instintos y los hábitos funestos que esclavi-
zan el alma, ceden y pierden su fuerza. El Galileo
vence ahora como siempre, y el hombre en cuyas entra-
ñas se opere tan grande cambio caminará por las sen-
das de la vida, ya no solo sino en dulce y fortificante
compañía. Quien se aventure a probarlo sabrá que he
dicho la verdad.
Así que llegamos a esta conclusión. El perfeccio-
namiento del hombre y el establecimiento de un mundo
mejor están relacionados estrechamente con la religión
y con Cristo. La Asociación Cristiana de Jóvenes reco-
noce esta relación. Lejos de avergonzarse de ella vincula
a ella su propio destino y proclama en voz alta que
el porvenir de la civilización también depende del reco-
nocimiento del mismo principio.
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